Si tienes algo que decir dilo con cariño. Si estás sirviendo en la iglesia o pretendes servir algún día, no puedes dejarte atrás el amor. Es que además si no es así será raro que te presten atención. Decía Pablo a los corintios, parafraseando: “si tienes dones espectaculares, pero te falta amor, lo que haces no tiene mucho sentido cristiano”. Esto es importante porque un creyente tiene mucho que decir y que hacer siempre. Pero no decimos por decir ni hacemos por hacer. Hemos sido enviados a anunciar buenas noticias de Vida a un mundo que malvive sin esperanza y hemos sido llamados a denunciar las injusticias, pero todo esto desde una comunidad viva donde el amor sea el eje central. No puede desarrollarse de otra forma.
A veces el cansancio, la desgana o la mala actitud puede visitarnos y querer instalarse en nuestro corazón a la hora de servir a los demás. Puede que el pensamiento negativo se apodere de nosotros al hacernos pensar en: “para que decir o hacer algo si no me van a escuchar o nadie lo va a valorar”. También nos pasa a veces que consideramos que ya estamos cansados de decir o hacer siempre las mismas cuestiones. Craso error. Para Pablo era una cuestión de madurez/firmeza en la fe. Él invita a la iglesia a dejar “lo que era de niño” (1 Corintios 13:11) y repasar sus motivaciones.
Sin duda, el amor que hemos recibido del Señor debe ser la “receta médica” que nos ayude a repasar estas actitudes que todos enfrentamos en algún momento. Lo pienso porque sigue siendo necesario comunicar la verdad del Evangelio. Sigue siendo vital que nos sirvamos unos a otros siendo una verdadera necesidad que podamos crecer juntos. Debemos hablar y hablar con cariño, sonriendo a pesar de la mascarilla porque todo se transmite, no sólo lo malo. Yo diría que incluso debemos escribir con amabilidad y amor en estos tiempos en los que nos comunicamos tanto por medio de mensajería instantánea.
No siempre será fácil hablar, escribir o hacer algo con cariño por eso debemos revisar nuestras costumbres. Recordemos que somos receptores del amor eterno de Dios que “es sufrido y benigno”. Si ese amor “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta” (1 Corintios 13:4ss) nosotros también podremos actuar siempre con cariño.
Pastor Rubén Gramaje
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