En la meditación previa, estuvimos viendo algunas implicaciones de que Jesús sea el buen pastor según Juan 10. Sin embargo, este texto no sólo menciona a Jesús como buen pastor, sino además como puerta del redil (10:7, 9). Para entender esto, hemos de imaginarnos cómo era un redil en la época de Jesús: era un recinto sin techo, con un muro de piedra y una única puerta, donde las ovejas pasaban la noche protegidas de los depredadores. El redil tenía una única puerta, por la que entraban y salían las ovejas. Teniendo esto en mente, no sorprende que las ovejas, que somos quienes creemos en Jesús, sólo puedan entrar y salir por la única puerta del redil.
Y esta puerta es Jesús: vemos en 10:9 que las ovejas que entran por esta puerta (que recordemos, es la única que hay) tiene libertad de movimientos, pastos y salvación. Salvación, porque el rebaño de ovejas del buen pastor está formado por aquellos que han creído en Él: no hay otra forma de acceder al redil para una oveja que a través de la puerta, y por tanto, sólo podemos acceder a la Salvación a través de Jesús. Como 10:15 anticipa, esta Salvación exigió la muerte de Jesús: es porque Jesús murió, que nosotros podemos ser sus ovejas. Si quieres ser una oveja del rebaño de Jesús, no hay otra opción que creer en Él, lo cual significa confianza, entrega y obediencia. De modo que la pregunta es, ¿crees en Jesús?
Las ovejas de Jesús no sólo disfrutan de la Salvación: son libres, como vemos en 10:9, para entrar y salir, y muchos comentaristas ven aquí una referencia a la libertad del seguidor de Jesús comparado con la opresión del legalismo judío. Recordemos el ciego del capítulo 9: fue sanado por Jesús, y los fariseos se enfadaron, entre otros, porque la curación fue en día de reposo, cuando sanar no estaba permitido según ellos. Les importó poco que el ciego de nacimiento ahora pudiera ver: ellos sólo veían el incumplimiento de su tradición. Frente a este sistema opresivo, las ovejas de Jesús disfrutan de libertad. Y no sólo eso, sino que también disfrutan de pasto, alimento espiritual que sacia los anhelos profundos de cada uno de nosotros. De modo que Jesús, como puerta, nos da acceso a la Salvación, nos da libertad y nos alimenta: todos estos son rasgos de la vida abundante prometida en 10:10. De nuevo te pregunto, ¿disfrutas de esta vida abundante ahora mismo?
Juan Parras
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