Las iglesias evangélicas y bautistas como la nuestra deben ser sostenidas económicamente por los propios miembros mediante los diezmos y ofrendas, como parte del culto a Dios ya que "en verdad, tu eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido" (1 Crónicas 29:14). Cada cristiano, reconociendo que “de Dios es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan” (Salmos 24:1), debe considerarse un administrador responsable de sí mismo y de cuanto tenga y utilice, pues de todo ello ha de rendir cuenta a Dios. Por otra parte es un enorme privilegio poder hacerlo porque "más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35) Así que, honramos el nombre de Dios con nuestros diezmos. "Y el diezmo de la tierra...de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová" (Levítivo 27:30)
